lunes, 18 de mayo de 2009

La mentira de las constructoras

6 de febrero, decenas de mexicanos invadieron el Waldorf Astoria, legendario hotel ubicado en el corazón de Manhattan. Empresarios, inversionistas, analistas y funcionarios del gobierno relacionados con la construcción de viviendas en México celebraron el ‘Mexican Housing Day’ que cada año –desde 2004– se organiza en Nueva York y Londres y que muestra al mundo el avance del sector en México.

Los termómetros de las calles de Nueva York marcaban 18 grados bajo cero y parecía que los expositores querían calentar los ánimos de los presentes con sus discursos. Nadie se acordó de la crisis financiera que, pocos meses antes, había estallado a unas cuantas cuadras de ese lugar.

Víctor Manuel Borrás, director del Infonavit, aseguró su apoyo para construir y remodelar 800,000 viviendas este año. El entonces presidente de los banqueros, Enrique Castillo, comprometió al sector a financiar otros 150,000 créditos. El secretario de Hacienda, Agustín Carstens, bromeó con que ese día se cumplía un año de cuando llamó “catarrito” a los efectos que la crisis de EU tendría en México.

Todos estaban desbordados. “Podemos tener un comportamiento de ventas de entre 10% y 12% este año, aun en un entorno económico nacional y mundial complicado”, dijo en una entrevista Cuauhtémoc Pérez Román, presidente de Urbi, la tercera desarrolladora más grande del país.

La realidad les alcanzó. El primero de abril, el banco de inversión Credit Suisse revirtió su estimación original de 11% de crecimiento para Urbi por una caída de la misma proporción. También revisó los ingresos de las otras desarrolladoras que cotizan en la Bolsa Mexicana de Valores (BMV) –GEO, Homex y ARA–.

Al problema financiero y a la crisis del sector se suma que, a partir de 2010, estas firmas cambiarán su forma de llevar la contabilidad, pues ésta no refleja sus ventas reales. Quien tenga acciones o participe en algún fondo de vivienda se encontrará con que sus ventas disminuirán entre 20% y 25% de golpe, según reconoció un funcionario del gobierno a cargo de un organismo del sector.

El tema podría agravarse aún más si se comprueba que estas empresas usaron la flexibilidad de las normas contables para ocultar mayores caídas en sus ventas, algo que, hoy por hoy, es imposible verificar.

Hasta ahora, las constructoras de viviendas contabilizan como una venta las promesas de operaciones seguras –aun sin que haya ingresado un solo peso ni que se haya clavado una pala en la tierra. En 2010 sólo se considerará como vendida una casa que esté pagada y escritura.

Durante años, los directivos del Infonavit y de la Sociedad Hipotecaria Federal (SHF) reclamaron a las empresas virar hacia un modelo que realmente refleje sus ventas. Pero la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV) no actuó hasta ahora.

Los estados financieros de las desarrolladoras reflejan una burbuja de ingresos y nadie puede dar una estimación cierta de la magnitud del cambio en los registros. Incluso la crisis puede ser una cortina de humo que diluya este tema que afecta, sin duda, la transparencia de las operaciones de las empresas más apapachadas de las últimas décadas. 

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