martes, 19 de mayo de 2009

Plan de refinería pone en aprieto a Tula

Era un día de júbilo para esta pequeña y olvidada ciudad a 82 kilómetros del Distrito Federal. Caía la tarde gris del martes 14 de abril, que junto a las chimeneas de la refinería Miguel Hidalgo y las fábricas dibujaban un cielo cenizo, a punto de desgajarse en aguacero. La televisión local transmitía en vivo el anuncio de Pemex sobre dónde instalaría su nueva refinería.

“Ya es oficial: en Tula será la nueva refinería”, confirmó el conductor del noticiero local Arturo Mejía, apenas pasadas las 13:00 horas. “Estamos muy, muy contentos”, dijo emocionado y convocó a sus televidentes a un festejo improvisado en el centro de la ciudad.

Al filo de las cinco, llegaron los primeros parroquianos. Caras felices y un dejo como de triunfo deportivo flotaba en el ambiente: el presidente municipal, Rodolfo Paredes, enviaba mariachis; cantantes locales entonaban acordes sobre la plaza principal; el bar Hoyo 19 del hotel Real del Bosque ofrecía un descuento de 20% en el consumo de esa noche.

La inversión de 9,123 millones de dólares que implica la segunda refinería de la zona entusiasma a todos los tulenses. “Esto nos conviene. Va a haber mucho trabajo, que es lo que más necesitamos”, dice David Aguilar, un mesero de 23 años que trabaja en un restaurante del centro. “Estoy muy contento, sin duda, será un impulso económico muy fuerte para todos”, coincide Elías Pérez, un vendedor de 42 años. “No vas a encontrar a nadie en desacuerdo aquí en Tula”.

Pero, más allá de la algarabía, habrá serios desafíos de infraestructura para esta pequeña urbe de 120,000 habitantes. El gobierno de Hidalgo estima que durante su construcción, la nueva refinería generará 18,000 empleos directos y hasta 54,000 indirectos; es decir, en cinco años, la población flotante de Tula crecerá entre 15 y 45%. Un reto mayúsculo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario