miércoles, 3 de junio de 2009

‘Blindan’ hasta 2015 patente de Tamiflu

En febrero de 2008, al concluir la presentación de los resultados financieros de 2007, Franz B. Humer reflexionaba sobre el papel que Oseltamivir jugaría en el portafolio de la farmacéutica suiza Roche. El presidente del consejo de administración de la empresa estaba seguro de que debido a la amenaza de que la influenza aviar (provocada por el virus tipo H5N1), se esparciera más allá del continente asiático hasta convertirse en una pandemia global, Tamiflu prometía ser la principal alternativa, si no es que la única, para evitar la propagación del virus y reducir las infecciones relacionadas con su mortalidad.

El antiviral descubierto y desarrollado por Gilead Sciences (biofarmacéutica estadounidense que en 2008 facturó 5,300 millones de dólares) originalmente fue creado para tratar la influenza A y B. Sin embargo, pruebas posteriores realizadas por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (en inglés, CDC) de Estados Unidos y la propia Organización Mundial de la Salud (OMS), demostraron su efectividad contra el virus de la influenza aviar.

Por esta razón y con el apoyo de 19 maquiladores externos, desde 2007 Roche duplicó la producción al pasar de 190 millones de unidades a 400 millones. Muy atrás quedaban los 5.5 millones de unidades que manufacturaron para su lanzamiento mundial en 1999. Ahora las oportunidades de negocio se multiplicaban y Roche tenía que estar preparada para atender la demanda desatada por una eventual contingencia sanitaria en distintos países.

“Muchos gobiernos compran antivirales, pero lo que compran es insuficiente para garantizar una cobertura total”, profetizaba Humer. Ese descuido tiene graves consecuencias económicas y sociales para un país, advertía.

En 2008, la compañía farmacéutica tenía órdenes de compra de distintos gobiernos, principalmente asiáticos, por 215 millones de unidades, aproximadamente. Antes del pasado mes de abril, las ventas de Tamiflu en México eran casi nulas.

Los casos de influenza estacional que se habían diagnosticado hasta ese momento, no ameritaban la prescripción del producto en las instituciones de salud pública. Y en el mercado privado, por su precio de 580.30 pesos se volvía inaccesible para buena parte de la población, que prefería tratarse con algún medicamento de venta libre (OTC).

Sin embargo, en marzo de este año, la Secretaría de Salud detectó un brote de lo que parecía ser influenza aviar en Perote, Veracruz.

Luego, en abril, notó un crecimiento extraordinario de los casos de neumonía en la Ciudad de México y en entidades como San Luis Potosí y el Estado de México. Sin realizar las pruebas moleculares que demostraran la llegada del famoso virus H5N1 (influenza aviar), la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios autorizó, vía rápida, la importación de 400,000 unidades de Tamiflu desde Estados Unidos.

Ahora, México ya es un mercado relevante para la compañía suiza. Daniel Roque y Jorge Tanaka, director comercial y director médico de México, respectivamente, explican el antes y el después de Tamiflu. 

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